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Tesoros verdes a la vera del agua en la isla de Madeira

20 Ago

Levada cerca de Rabaçal

por Carlos Fuentes

Más de dos mil kilómetros de rutas pedestres y canales que llevan siglos escondidos entre una naturaleza casi virgen. Senderos de montaña que siguen el curso del agua, un verdadero tesoro de esta isla atlántica de Portugal. Madeira, primer destino del turismo de cruceros en el país luso, es también punto de encuentro para cualquier amante del medio ambiente que busque un teatro deslumbrante de flora y fauna en la Macaronesia. 

Descubierta a principios del siglo XV por los exploradores João Gonçalves y Tristão Vaz Teixeira, que trabajaban al servicio del infante Henrique, hijo del rey João I de Portugal y conocido por el sobrenombre de El Navegante, la isla de Madeira está considerada uno de los mejores destinos del mundo para la práctica del senderismo. Con apenas 801 kilómetros cuadrados, la mitad de la extensión de Gran Canaria, esta región autónoma portuguesa atesora muchos de los tesoros naturales del país ibérico. Y la mayoría de este vasto patrimonio natural está en la red de senderos y rutas de trekking que jalonan una orografía escarpada trufada de valles verdes nutridos de vegetación. En ellos, por ejemplo, se conserva una de las mayores reservas de laurisilva de Europa.

Senderos de Madeira

Integrada en la Macaronesia, región geográfica compartida con Canarias, Cabo Verde, Azores e Islas Salvajes, Madeira defiende con solvencia ese nombre mítico que procede del término griego que define a las “islas afortunadas” en el Atlántico norte. Isla de origen volcánico que primero sirvió de campo de cultivo para especies de aprovechamiento agrícola como la caña de azúcar, originaria del sudeste asiático, los cereales y los viñedos, Madeira se ha reconvertido en uno de los primeros destinos continentales de turismo en la naturaleza. En este auge mucho tiene que ver la red de levadas que recorren la práctica totalidad de su territorio. Por levada se conoce en portugués a aquellas canalizaciones excavadas en las rocas para hacer llegar el agua desde las cumbres a núcleos poblados a pie de costa. Y en Madeira el protagonismo de las levadas es factor fundamental para comprender la evolución al alza de las visitas de senderistas.

Levada do Norte

Estas canalizaciones de agua, que fueron organizadas siglos atrás para llevar el agua de las ricas sierras del norte a las ciudades y las zonas de cultivo, se extendieron por toda la isla a partir de obras de iniciativa pública emprendidas desde el siglo XV. Se trata de un ingenio de su tiempo, ya que para sus obras de construcción los operarios debían trabajar agarrados por cuerdas en la roca sin apenas mayores medidas de seguridad que la experiencia de años de labor y la buena suerte encomendada a los santos. Aunque en la actualidad muchas de las levadas están construidas con materiales firmes como piedras, cemento y, en algunos casos, refuerzos de hierro, en su origen fueron fabricadas con tablones de madera, material que bautizó a la isla por la abundancia de árboles que hallaron los primeros descubridores. Fue tal la importancia que las levadas tuvieron en el desarrollo de la agricultura en Madeira que su nombre dio lugar a la profesión de levadeiro, que es la persona que se encarga del mantenimiento de las canalizaciones de agua, algunas de las cuales suman ya varios siglos.

Superada la dependencia artesanal para el transporte del agua, las levadas de Madeira han experimentado un auge por su aprovechamiento como recurso de uso turístico a partir de la década de los años ochenta. Fue entonces cuando el senderismo empezó a jugar un papel importante en la isla, ya reconocida como atractivo destino turístico desde final del siglo XIX por sus prestaciones como puerto atlántico para los viajes en crucero y, poco a poco, como destino natural para conocer las singularidades de su orografía, llena de paisajes casi vírgenes y acantilados imponentes sobre su litoral. También la laurisilva, añejo bosque de edad milenaria, juega un importancia fundamental como imán para viajeros amantes de la naturaleza. Por su conservación, y por su gran variedad de flora, el bosque de laurisilva es Patrimonio de la Humanidad desde 1999.

Levada de Caldeirao Verde (Madeira)

En un listado de las levadas más interesantes de la isla de Madeira, aclarando desde ya que para abordar sus recorridos es conveniente llevar ropa y calzado apropiado para abordar zonas húmedas e incluso túneles en forma de galerías de agua, las primeras rutas por importancia en el mundo del senderismo verde son las de 25 Fontes, cuyo sendero atraviesa el bosque de laurisilva hasta dar con el nacimiento del itinerario para visitar la impresionante Cascada de Risco; Boca do Risco-Espigao Amarelo, que enlaza los pueblos de Machico y Porto da Cruz a través de un gran acantilado sobre la costa norte de la isla; Caldeirao Verde, espectacular por su vegetación frondosa; el camino de la Costa de São Jorge, una antigua vía peatonal esculpida en la roca de un acantilado que llega a la localidad de Santana en una excursión de tres kilómetros que transcurren siempre sobre el mar; y el denominado Balcón de Ribeiro Frio, una ruta corta que ofrece una gran vista sobre los tres picos del macizo central de Madeira.

Levada Nova Madeira

Otro de los recorridos más atractivos de la isla portuguesa es la conocida como Levada Nova, cuyo itinerario conecta la zona de litoral con la comarca interior de Madeira y visita, entre otros monumentos naturales, una gran cascada con aguas cristalinas. Con diez kilómetros de extensión, aunque en un terreno apto para todos los públicos porque apenas tiene desniveles ostensibles, esta nueva ruta para senderistas ofrece además la posibilidad de combinar el recorrido con un itinerario de regreso a través de otra levada, en este caso la de Moinho. La relación de levadas más destacadas de Madeira puede sumar también una ruta por las tres montañas isleñas más elevadas: los picos Arieiro (1.818 metros), Torres (1.853) y Ruivo (1.861 metros), con vistas espectaculares sobre la isla.

Para los senderistas que deseen ampliar su visita pedestre a Madeira pueden completar el viaje con una excursión a través de la comarca oeste de la isla. En este recorrido se puede contemplar la bahía de Câmara de Lobos para luego afrontar la ascensión hasta uno de los acantilados más altos del planeta, Cabo Girão, de 589 metros de desnivel. Aquí los interesados en el patrimonio cultural de Madeira pueden visitar una pequeña joya religiosa: la capilla de la virgen de Fátima, cuyo templo original data de 1931 aunque fue renovado hace cuarenta años. Y no se preocupe si después de tanto trajín senderista por las levadas de la isla usted llega cansado al último día de su visita a Madeira. En la localidad de Porto Moniz, una de las ciudades más visitas de la isla, dispone de unas piscinas naturales de lava volcánica para disfrutar de un baño salado que, seguro, le devolverá al avión con la grata sensación de una misión cumplida.

Porto Santo

Más rutas naturales en Porto Santo

Cualquier visitante que se precie de ser un coleccionista de senderos puede redondear su visita a los parajes naturales de Madeira con un recorrido por la vecina isla de Porto Santo. Notablemente más reducida en extensión que su hermana mayor, apenas 42,5 kilómetros cuadrados, y obviamente con mucha menos población (apenas seis mil vecinos frente a las 270.000 personas que residen actualmente en la isla de Madeira), esta parte de la región autónoma de Portugal situada a sólo 520 kilómetros de las costas canarias posee varios senderos atractivos para todo amante de los deportes en la naturaleza.

Desde las antiguas ruas empedradas de Porto Santo, la ciudad homónima que ejerce como capital social y comercial de la isla, sale un sendero que recorre el interior insular en dirección hacia tres pequeños picos emblemáticos: Nordeste, Castelo y Facho. Esta ruta, cuyo recorrido se prolonga durante cinco horas, es uno de los atractivos más populares en la isla de Porto Santo. También es recomendable la excursión en barco hasta la costa norte, donde se encuentra el islote Fonte da Areia, zona de procedencia de unas aguas consideradas terapéuticas que están a la venta embotelladas en los principales destinos turísticos de Madeira.

Publicado en la revista NT en agosto de 2014