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Leonardo Favio, memoria añeja del mejor cine argentino

5 Nov

leonardo favio

por Carlos Fuentes

Pudo reinar con la balada pegajosa, pero no se conformó con una canción de moda. Llamado a definir las líneas maestras del cine argentino, Leonardo Favio retrató en austero blanco y negro el esfuerzo titánico de un país por abandonar el subdesarrollo y el hambre feroz que roía la vuelta de la esquina. Con sus canciones se enamoró el argentino de la calle y su cine plasmó esa ansia del progreso que estaba por llegar. Fuad Jorge Jury, su verdadero nombre, falleció por una neumonía el 5 de noviembre de 2012. Tenía 74 años.

Leonardo Favio aterrizó en Buenos Aires desde el interior rural con un sueño de cine en el bolsillo. Había nacido en 1938 en un pueblo de Mendoza, Las Catitas, donde conoció la pobreza infantil y el abandono paterno, huellas que marcarían luego su labor artística. Primero actor, con veintidós años debutó con el corto El amigo y ya en 1964 rodó su primera obra maestra, Crónica de un niño solo, reflejo de un compromiso social luego ampliado en El romance del Aniceto y la Francisca (1965), cuyo título original refleja la audacia del director, Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más.

Leonardo Favio filma 'El romance del Aniceto y la Francisca' (1965)

Su mirada, su voz, una suerte de neorrealismo a la argentina, levantó vuelo con la esencial El dependiente (1969), para muchos la mejor película argentina de todos los tiempos. Ahí están todas sus señas de identidad: visión social, aromas de austeridad, retratos contemplativos mientras la vida pasa de largo. Pero no fue fácil su éxito: la dictadura negó el apoyo oficial y el filme tuvo que ganarse a pulso el aprecio público en un arduo trabajo de difusión popular.

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Las apreturas económicas obligaron a Leonardo Favio a buscar un sustento más seguro en la canción. En la canción de moda. En 1968 debutó con Fuiste mía un verano, una balada que vendió 600.000 copias, once mil al día en los primeros meses. Y abrió la puerta del mercado latino con recitales por todo el país. Con el refrendo internacional del festival de Viña del Mar luego llegó otra veintena de discos. Pero el tuétano de Leonardo Favio era el cine: encadenó títulos como Juan Moreira, Nazareno Cruz y el lobo o Gatica, el mono.

De firme ideología peronista, religioso y revolucionario, salió al exilio para escapar vivo de la última dictadura militar y, ya de vuelta, en 1999 rodó Perón, sinfonía del sentimiento para cerrar su etapa de cine con Aniceto en 2008. A los 74 años acabó la trayectoria de un autor clave para entender al argentino de a pie, mucho antes de que las películas de Campanella, Trapero y Sorín recogieran su testigo pionero y encandilaran al mundo.

Publicado en la revista Rockdelux en noviembre de 2012